top of page

O Livro!

Foto del escritor: Anderson Luis da SIlvaAnderson Luis da SIlva

El libro descansaba inerte sobre la mesita. Su título daba poca información a los ojos interesados que se atrevían a leerlo: ¡Desnudo! Curiosamente, en la portada no aparecía el nombre del autor, sólo la silueta de un cuerpo sobre un fondo amarillo dorado.

El hombre que acababa de sentarse frente a él la hurgó, primero con la mirada y luego con el dedo índice derecho, que recorrió la cubierta acariciando el enigmático volumen. Allí se establecía una relación entre el objeto inerte y el hombre curioso. Ambos sabían que la distancia entre ellos no duraría. Tenían sed el uno del otro. El hombre curioso estiró el brazo y acercó lentamente la mano al borde amarillento del libro; sin embargo, antes de que pudiera alcanzar la puerta blanca del lado opuesto de la habitación, apareció una mujer que le llamó por su nombre. El hombre retrajo el brazo y casi automáticamente se puso de pie, dividiendo su mirada entre el libro y la impaciente mujer que lo esperaba aferrada al marco de la puerta.

El libro aún dormido permaneció en su posición, esperaría una nueva oportunidad, necesitaba ser leído, devorado, masticado por el alma de alguien.

El tiempo pasaba sin que él supiera medirlo. La puerta volvió a abrirse. El hombre salió y fue acompañado por la mujer hasta la puerta de salida. Antes de salir, echó una última mirada al libro que le observaba desde la mesita.

Pasaron los días. El libro había cambiado de posición unas cuantas veces. Otras manos lo habían tocado y hojeado. Nadie lo había leído realmente. Había una clara preferencia por las revistas. El libro, sin embargo, a pesar de sentirse utilizado y manipulado, ya no importaba. Su recuerdo era aquel hombre que una vez le había enamorado. ¿Tendrían otra oportunidad? pensó entre líneas. Sólo el tiempo lo diría.

Cierto día, mientras descansaba de lo que contenía, fue atrapado brutalmente. La mujer que abría y secuestraba a los que se sentaban en el sofá, lo había sacado de su larga morada, la mesa de centro de la sala de espera. Lo insertó de pie entre los otros tristes volúmenes que ya estaban allí, y así pasó sus días, observando a través del hueco en la columna vertebral a los que iban y venían.

Sus días eran menos cálidos. Las caricias ya no existían. Era sólo una grieta dispuesta en la maraña de palabras sin leer que llenaba aquella estantería. Cuando la esperanza se desvaneció, le sorprendió la entrada del hombre que le había conquistado tiempo atrás.

El curioso hombre se sentó en el mismo lugar en el que había estado la última vez. Miró la mesita, luego se inclinó para mirar el atril del fondo, se giró y buscó algo en el revistero que había a un lado del sofá. El libro sabía que lo estaba buscando. Intentó hablar, pero sus palabras no estaban destinadas a ser pronunciadas por él. El silencio consumió ese periodo en el que podía verlo, pero no podía alertarlo.

El libro se entristeció junto con el también entreverado semblante del curioso. Estaban allí, cerca, pero también distantes. El libro leyó aquel cuerpo curvo como nunca había leído ningún otro. Quedó encantado con sus historias registradas en el brillo que escapaba de su mirada doliente. Deseó en ese momento que hubiera nacido un disco para poder reproducir sus palabras para él, y así, quién sabe, hacerle bailar.

Momentos después se abre la puerta blanca. La mujer se aferra al marco de la puerta y vocaliza el nombre del curioso. Éste se levanta y la sigue hasta aquella habitación desconocida. Permanece allí largos instantes. Hasta que sale y desaparece por la puerta, para no volver jamás.

Pasaron los días. Para el libro ya no importaba cuántos.

Un día se encontró metido en una caja.

Llevado en la oscuridad.

Molido.

Reciclado.

Finalmente, en silencio.

0 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

Lámpara

Gespão: una fábula administrativa.

La panadería Gespão había sido fundada por Gervásio, patriarca de la familia Canes, en 1946. Papa Ge, como le llamaban cariñosamente sus...

¡El hombre perfecto!

Ana Carolina salió esa mañana ansiosa, la ansiedad consumía su mente y generaba escalofríos en su cuerpo. Buscaba respuestas y él,...

Comments


  • b-facebook
  • Twitter Round
  • Instagram - Black Circle
bottom of page